Erase una ovejita con ojos redonditos y cuellito largo esta ovejita recorría caminos lejanos apartándose de las otras ovejitas, a diferencia de ellas le gustaba jugar con las mariposas y saltar sobre las piedritas de colores, era una ovejita saltarina.
Cuando llegaba la tarde corría con las otras pequeñas ovejas a resguardarse del frio en un cobertizo calientito que hacía las veces de establo, era muy feliz mirando la luna y las estrellas que se asomaban por las rendijas del humilde y pequeño establo .
Un día la ovejita corría por los caminos como siempre cuando vio en el firmamento una puertita de muchos colores (ella nunca había visto un arcoíris) quiso proseguir para ver que había al otro lado de la puerta multicolor y oh sorpresa se quedo muy triste cuando desapareció la puertita. Entonces se le nublaron sus ojitos llenándose de lágrimas. Cuando quiso mirar al horizonte tras de sus lagrimas vio muchos puntitos multicolores era el sol que iluminaba las gotitas de sus lágrimas.
Entonces quiso coger las gotitas y estas también se esfumaron. Cuando volvía camino al establo, una tenue lluvia caía, entonces vio una pequeña cabaña y como estaba perdida se fue directo a la cabaña para guarecerse, allí habitaba una dulce niña de ojitos llenos de luz, la niña se compadeció de la pequeña ovejita y la puso en su regazo, quiso darle algo de comer pero ella no sabía que comían las ovejas, así que dejándola muy cuidadosamente en su camita fue a preguntar a su madre que comían las ovejas, la madre con un tierno acento le dijo que comían hierbas. La niña salió a coger algunas hierbas para dar a su pequeña ovejita recién encontrada.
Al volver la niñita no encontró la ovejita sobre su cama pero sintió unos saltitos muy tenues en el corredor , allí estaba la saltarina tratando de alcanzar una lamparita llena de prismas colocada en la pared, la niñita al verla se puso a reír y cargándola sobre su hombro hizo que con su cabecita tocara los prismas colgantes y estos hicieran una música cristalina; la ovejita entonces se puso muy feliz y saltando de los brazos de la niña quiso coger los rayitos de luz del reflejo de los prismas. La niñita la abrazo con ternura y le hizo ver que eso no se podía hacer, ya que eran transparentes, fue así que la ovejita entendió lo de la puertita de colores y vio que el cariño se puede sentir con un abrazo pero que el sentimiento aunque no se puede tocar es grandioso.
Encantadora y tierna historia de la ovejita. Gracias por escribir y compartir! Espero mas cuentos tan bonitos.
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